La OMC y la guerra comercial Estados Unidos-China
En marzo de 2018, Washington anunció el aumento unilateral de los impuestos a la importación de más de cien productos chinos, a lo cual Beijing respondió con la misma medida sobre la importación de productos estadounidenses. Desde entonces, las dos potencias están inmersas en un contrapunteo que las ha llevado a aumentar progresivamente los aranceles en el sector agrícola e industrial, así como para la inversión, la adquisición de tecnología y la propiedad intelectual. En total, Estados Unidos ha impuesto aranceles por más de USD $360.000 millones a bienes chinos y China respondió con USD $110.000 millones en aranceles a bienes americanos.
Poco tiempo después del inicio de la disputa, China denunció a Estados Unidos ante el tribunal de resolución de disputas de la OMC por adoptar medidas proteccionistas, y hasta hoy ha presentado tres demandas en su contra, una de las cuales fue fallada recientemente en su favor al determinar que las alzas tarifarias de Washington violaron las normas internacionales.
El gobierno de Trump también acudió al tribunal de la OMC en julio de 2018 para demandar a China junto a Turquía, México y la Unión Europea, por sus medidas adoptadas en respuesta a los aranceles que él mismo había impuesto durante el primer año de su presidencia a todas las importaciones de acero y aluminio.
A finales de ese mismo año, Trump y Xi Jinping acordaron personalmente una tregua de 90 días durante la Cumbre del G20 en Argentina. Pasado este plazo, ambos países retomaron las alzas arancelarias y la tensión alcanzó nuevamente un punto crítico debido a las restricciones impuestas por Washington a Huawei y a otras grandes empresas de tecnología chinas, a las cuales acusa de piratería y de representar una amenaza a la seguridad nacional por presuntamente hacer espionaje en favor del Partido Comunista Chino.
Trump también ha bloqueado la elección de nuevos miembros en el tribunal de la OMC tras el retiro de cuatro de ellos en 2017, y luego dos más en 2019, con lo cual el máximo árbitro del comercio internacional quedó con un único miembro y de facto dejó de funcionar. Por tanto, las demandas tanto de China como de USA, carecen de tracción.
Los estragos generados por la guerra comercial en sus economías llevaron a Estados Unidos y a China a firmar, en enero 2020, el acuerdo comercial conocido como “Fase Uno”, que condujo a la reducción de aranceles de más de 700 productos en ambos países. La pandemia de la Covid-19 obligó a la Casa Blanca a desmontar los aranceles para la importación de equipos médicos de China, aunque también ha impedido que el acuerdo se cumpla en su totalidad y que pueda revertir los efectos de la guerra comercial en la economía mundial.
La OMC, por su parte, sufrió un nuevo revés tras la renuncia anticipada de su director general, el brasileño Roberto Azevedo, en mayo pasado. Y aunque recientemente la mayoría de los países miembros alcanzaron un consenso para que la vacante sea ocupada por la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, Estados Unidos bloqueó su elección, pues desconfía de su cercanía con el mundo en desarrollo y con China, y en su lugar promueve la candidatura de la ministra de comercio surcoreana Yoo Myung-hee.
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