El acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur externalizará aún más la demanda europea de carne de vacuno a Sudamérica, vertiendo más combustible en una selva ya en llamas. La producción agrícola intensiva para despejar la tierra ya ha representado el 80% de la deforestación mundial.
No hay capacidad para hacer cumplir las normas de sostenibilidad fijadas en el acuerdo, y la falta de mecanismos para rastrear el origen de los productos básicos empeorará la deforestación. Un nuevo informe ha advertido que la deforestación aumentará por lo menos en un 25% anual si se aprueba el acuerdo, el equivalente al tamaño de los Países Bajos cada año.
El resultado de investigaciones presentadas al gobierno francés pone de relieve el hecho de que el acuerdo tendrá un impacto mínimo en los ingresos reales de los ciudadanos europeos. Los principales beneficios se limitarán a un beneficio a corto plazo para unas pocas grandes empresas. Esto se verá contrarrestado por los daños sociales y medioambientales, ya que un acuerdo comercial socavará directamente el Nuevo Acuerdo Verde Europeo y no cumplirá con el Acuerdo de París.
El acuerdo exacerbará las emisiones de carbono en un momento en que la economía necesita urgentemente una descarbonización. Que la Comisión se mantenga firme en su apoyo a este acuerdo, mientras que simultáneamente representa un aumento del objetivo climático de la UE para 2030 (de un 40% por debajo de los niveles de 1990 a por lo menos un 55%), es totalmente contradictorio.
El acuerdo UE-Mercosur no sólo tendrá un impacto perjudicial para el clima, sino que condona y exacerba los abusos de los derechos humanos del gobierno de Bolsonaro, incluyendo la violencia contra las comunidades indígenas, las minorías y la sociedad civil. El acuerdo no incluye la protección de las comunidades locales y, según las investigaciones, pasa por alto los marcos internacionales, como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP), en la redacción del acuerdo.
Una prueba para las democracias
En una era de creciente nacionalismo y populismo, es necesario que las democracias liberales sanas se ocupen de la crisis climática. La Unión Europea tiene la responsabilidad histórica de hacer frente al cambio climático y debería estar a la cabeza en la protección del mundo vivo. En cambio, este acuerdo comercial socava la credibilidad de la Unión Europea y sienta un precedente para que otros países ignoren sus obligaciones.
Tres de cada cuatro europeos se oponen al acuerdo si contribuye a la deforestación y al daño del medio ambiente, según una encuesta de YouGov publicada a principios de septiembre. Si la UE sigue adelante, no tendría el apoyo de la mayoría de sus ciudadanos.
Sin embargo, todavía hay motivos para la esperanza. Este año ha demostrado que pueden producirse cambios inesperados y sísmicos. Las recientes protestas han demostrado que la oposición pública es fuerte, sembrando el principio de la duda en la mente de Angela Merkel. Después de reunirse con los activistas en agosto, expresó una gran preocupación por el acuerdo.
Austria, Irlanda, Francia, Luxemburgo, los Países Bajos y la región belga de Valonia también han indicado que se oponen al acuerdo en su forma actual. Como el pacto debe ser aprobado por los 27 estados miembros de la UE, su ratificación no está garantizada de ninguna manera. La UE está realizando una investigación para determinar por qué la Comisión no finalizó una evaluación actualizada de los efectos en la sostenibilidad antes de concertar el acuerdo. Las conclusiones podrían ser decisivas.
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